Todo en la vida a está sujeto al cambio, una tendencia natural, que en los seres humanos activa procesos psicoemocionales que se han de poner en marcha cada cierto tiempo para asegurarse un Yo psíquicamente sano y espiritualmente vivo.

Al estar en juego el horizonte de lo familiar y conocido, estos procesos a menudo se evitan o se tienden a cerrar en falso, cediendo ante los engaños de una sociedad infantilizada o ante el contenido de proyecciones que nos impiden capitular. Sin embargo, para quienes se alian con el cambio, se abren las puertas de la fascinante aventura del viaje interior, que requiere tan sólo de la introspección voluntaria para acceder al núcleo de nuestro fundamento ontológico, el centro de nuestra Tierra interior. Inmersos en el ambiente festivo de la existencia, el éxito del proceso personal está asegurado, y lo que no es menos importante, se ampliarán las miras de los que vengan detrás.